Hoy me quiero unir al Blog Action Day escribiendo un post sobre el Agua, que es lo que se nos pide a los blogueros este año. (No dejéis de consultar la web de la propuesta que creo que es muy interesante)
Cuando he visto el tema, enseguida he tenido claro sobre que quería escribir. Sobre el agua en general ya he leído cosas magistrales y seguro que hoy se escribirán muchas más, así que a mi me queda y me apetece escribir sobre mi tierra, o mejor dicho sobre mi agua. Porque amo este pedazo de tierra y de agua en el que nací y quiero contaros alguna cosa sobre como las he conocido desde pequeño.
Agua salada
Mis padres me llevaban de pequeño a la playa de El Saler de Valencia, y yo hasta los 12 años creía que el agua del mar era de un color verdoso y marrón, de composición poco agradable y con efectos pica pica sobre la piel, hasta que ese verano viajamos a Menorca y tuve un buen conflicto cognitivo al descubrir el agua del mar como la habían visto mis antepasados durante los 200.000 años de nuestra especie.
Un agua translúcida, suave y apetecible para todo tipo de actividades lúdicas, con la fauna marina llamándote a cada golpe de ola.
La situación en la playa de El Saler de Valencia no ha mejorado mucho hoy en día, de hecho diría que ha empeorado.
Para empezar es menos playa, ya que las obras realizadas durante este tiempo al norte de la playa, han ido cortando el flujo de las corrientes marinas que aportaban sedimentos a estas playas y que ahora además tienen un efecto guadaña sobre ellas, rebajándolas año a año.
Por otro lado el paisaje que divisas mirando al horizonte tiene poco de romántico, ya que con lo que se topa tu vista es con una hilera de megabarcos de transporte de contenedores. Sí, de esos que gracias a nuestra costumbre, a veces inconsciente, de comprar cosas 'made in Asia', permite la explotación de trabajadores/as y ecosistemas en el tercer mundo, permite empeorar el Cambio Climático por las emisiones de esos grandes barcos que cruzan los Mares y Océanos una y otra vez por nuestros caprichos y de paso afean la vista en mi querida playa de El Saler.
Por cierto, el tono del agua y sus propiedades urticantes, tampoco han mejorado con los años, creo que este spot de denuncia de Greenpeace, bien pudiera haberse rodado en El Saler.
¿Qué pido?
- Que intentemos comprar el máximo de productos locales que podamos. Puede que sean más caros, pero estaremos invirtiendo en un Planeta más sano y más justo y ¿Quién sabe si ese dinero te retorna mucho más pronto en tu negocio?
- Que extrememos el cuidado en tirar cualquier residuo a tierra, pues muchas veces con las lluvias y a través de acequias y canalizaciones estos acaban en el mar, con todo el perjuicio que ello conlleva.
- Que antes de realizar un viaje en barco, me pregunte si es realmente necesario y si aún me quedan sitios fascinantes por conocer en mi tierra. Nuestro bolsillo, el de la economía local y el medio ambiente lo agradecerán.
A pesar que desde que nací, he bebido, me he duchado y he utilizado diariamente el agua del río Turia, sólo hace unos años descubrí este río vivo y discurriendo.
Y es que a pesar de que Valencia, la Valentia que los romanos fundaron, debe su emplazamiento a la situación de este río, las seculares y periódicas inundaciones y finalmente la de 1957, hicieron que nos cagáramos de miedo y desnaturalizáramos el cauce final del río, construyendo el Plan Sur.
Así que yo nacido en 1982, jamás vi el río por el centro de Valencia, y lo terrible creo que es que a pesar de vivir a escasos metros del Plan Sur, tampoco ahí pude ver más que una gran obra de hormigón, pintadas y piedras. Pues se decía que el río bien explotado era el que no desaprovechaba ni una gota de su agua en el mar. Pedazo de aberración, claro. (Me recuerda a no se qué discurso sobre un río llamado Ebro situado más al norte...)
Hoy la mayor parte del año, o incluso años enteros de menores precipitaciones, sigue siendo así.
Del concepto Caudal Ecológico, ni rastro.
Hoy vivo, un poco más río arriba, cerca del Parque Natural del Turia, y aquí si me acerco, sí veo el agua en el río. ¿Pero es la estampa del típico río de aguas cristalinas? Ya os podéis imaginar que no
¿Qué pido?
- Que aprendamos de nuestro pasado paleolítico y de los pueblos indígenas que lo sobreviven y aprendamos a vivir en equilibrio con nuestra Naturaleza, utilizando sólo el agua que necesitamos.
- Que conectemos de una vez todas las tuberías a depuradoras con la suficiente capacidad, eficaces, bien mantenidas y que por lo tanto no se vierta ni un solo litro más de aguas grises, negras o industriales a nuestros ríos.
- De nuevo que no tiremos ni un solo residuo en el suelo, pues aunque no lo veamos es relativamente fácil que acabe en el cauce de un río, con todo lo que ello conlleva.
Y así esas son algunas de las cosas que he visto sobre el agua en mi tierra a lo largo de mis 28 años de vida.
Hoy mi hijo cumple 2 años, sería muy muy feliz si en su 28 cumpleaños, él no tuviera motivos para escribir un post tan tétrico como el que escribe hoy su padre.
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