El
tema del Blog Action Day de este año ( ya participé en 2010 con
este post sobre el agua), es la comida. La comida es un buen tema
para mi, ya que es un tema que está presente en diferentes
dimensiones de mi vida.
Por
un lado, la comida es practicamente la consecuencia más palpable de
la desigualdad social. Y ese es uno de los temas en los que estoy
implicado para lograr un cambio, personal, laboral y asociativamente.
Por
otro lado podemos crear comida libre de productos químicos y
sufrimiento animal y podemos no hacerlo. También mi labor personal,
laboral y asociativa trata de mejorar eso.
Además
cabe tener en cuenta de donde viene la comida que consumimos y las
implicaciones que tiene el producto, en función de si es local o no.
Por
último, pero no por ello menos importante, la comida, una dieta poco
medida, unida a un estilo de vida sedentario, es origen de sobrepeso
y futuros problemas de salud. Tristemente ahí estoy implicado como
receptor de la problemática.
La
comida como indicador de desigualdad social
8.760.000 millones de personas aproximadamente mueren de hambre, o causas relacionadas con ella, todos los años, según la ONU. El dato, no
por conocido, imaginable o antiguo, deja de ser menos terrible.
Me
temo que ni tan siquiera siendo poseedores de la más envidiable de las
empatías, podemos llegar a imaginarnos, lo que debe ser no tener
algo que llevarse a la boca cuando tienes hambre. O peor aún, cuando
tus hij@s, o la gente a tu cargo, lloran
hambrient@s.
Y
es que no se trata solo de una sensación física, mi experiencia me
dice que quizá lo que más pese es la losa psicológica que le lleva
a un@ a preguntarse ¿Por qué yo?, que le lleva a un@ a sentir
rabia, impotencia, a sentirse como un deshecho.
Como
sabemos bien, esta pesadilla es totalmente evitable.
Si
el hambre humana pudiera medirse en unidades, sabemos que unas
cuantas de ellas, recaerían sobre nosotr@s.
Y es que el mismo sistema que nos provee a nosotr@s
de alimentos y recursos se apoya en la explotación sistemática de
millones de personas y en la aniquilación de las
formas de vida tradicionales de millones de personas alrededor del
mundo, provocando en una espiral que no deja de crecer, millones de
nuevos hambrientos.
Si
no me crees, un vistazo a la célebre 'La historia de las cosas' ayudará seguramente, a esclarecer este panorama.
En
todo caso hay que aclarar que en el reparto de estas supuestas
'unidades de hambre' sobre nuestras conciencias, también hay
desigualdades. Pues nuestro injusto sistema actual de funcionamiento,
tiene una vez más en la historia, una estructura piramidal, de tal
forma que desde mi punto de vista, cuanto más arriba te encuentres
en esa pirámide más 'acciones de destrucción de la vida,
ecosistemas, de vulnerador de derechos humanos' posees.
Creo
que no hay obra filantrópica, ni política que compense la huella
generada por estar situado en las partes altas de esa pirámide.
Propuestas
de presente y de futuro
Apoyar
un reparto de recursos equitativo a través de cualquiera de las
opciones posibles: política, asociativa, personalmente... así como
la mejor conservación posible de la vida y los ecosistemas, y
consumir la mayor cantidad posible de productos locales que se
necesiten, son sin ninguna duda para mi, la vía más directa para
acabar con el hambre en nuestra especie.
La
comida de laboratorio y como origen de sufrimiento de animales no
humanos
Se
puede decir, se dice y se han dicho muchas cosas acerca de la
utilización de productos químicos en la alimentación, yo me quiero
centrar en un aspecto, que luego también me dará pie a hablar de la
explotación de animales no humanos: la grave ruptura del vínculo
sagrado entre el hombre y la tierra.
Para
entender esto, creo que es necesario acercarse, aunque sea de forma
sucinta a los modos de vida de los pueblos paleolíticos originales.
Cómo,
simplemente cazando y recolectando solo lo que necesitan para comer,
sin más intermediarios entre el alimento y sus manos que el aire que
nos arropa a tod@s, llegan en algunos
casos a alcanzar una envidiable longevidad.
Estos
pueblos desconocen todo de nuestra civilización, pero es que también
hemos de incluir en ese paquete de desconocimiento, nuestras
terribles enfermedades modernas.
Y
lo más importante de todo es que el equilibrio y la sencillez de su
vida, esconden una poderosísima actitud vital, positiva y feliz. 'No
se conocen casos de suicidio entre los Guaica' nos decía nuestro
añorado Félix Rodríguez de la Fuente.
Sí,
lo que pretendo explicar es que no necesitamos en absoluto productos
alimentarios de laboratorio. No compensan en absoluto los supuestos
beneficios que puedan aportar, frente al equilibrio integral que
supone una alimentación ecológica o natural.
En
cuanto al sufrimiento animal, como decía, me baso de nuevo en mi
argumentación en el proceder de los pueblos paleolíticos al
respecto. Veamos que comentaba Félix sobre esto:
Ésta, amigos míos, parecer ser que era la filosofía del hombre antiguo, del hombre paleolítico: un enorme, inmenso en infinito respeto a la vida. No hay una tribu primitiva, de las que aún no se han convertido en agricultores, en pastores, y no digamos en tecnólogos, que no tenga unos tremendos y exquisitos tabúes, que dictaminan en qué épocas del año han de matar a determinados animales, que un hombre no puede matar más carne de la que necesita para comer, que no se puede matar a una hembra embarazada, que un hombre no puede matar a una pareja de animales cuando se encuentra en celo, que no puede cortar un árbol si no lo necesita para hacer una casa. Hay en la filosofía del hombre primitivo un profundo y exquisito respeto a ese ente superior que llamamos vida.
Cuando
abandonamos estas prácticas, cuando estabulamos y cosificamos a los
animales no humanos, una parte esencial de nuestro espíritu
primigenio está muriendo.
Cuando
además la disponibilidad de petróleo hace que se desvanezcan las
distancias y nos vamos alejando cada vez más de granjas, establos y
mataderos, mayor es también nuestra distancia espiritual,
psicológica, nuestra cosificación hacia los animales no humanos.
La
simbólica balanza entre el hombre y la tierra, queda una vez más
dramáticamente escorada del lado humano.
Terribles
decisiones. La Tierra, la Vida, nuestro Planeta nos muestra sus
heridas a través de enfermedades provocadas por una alimentación a
su vez enferma.
El
corazón de mi razonamiento es que es lícito alimentarse con otros
animales cuando existe una relación simbiótica, ecosistemática,
entre nosotr@s.
Yo
me alimento de ti, pero tú podrías llegar a alimentarte de mí, o
al menos de mis restos o de mis excrementos.
De
no ser así y considerando al ser humano y nuestra vida en el Planeta
como un todo, es momento de recordar la felicidad de los pueblos
paleolíticos. Quizá no es necesario vivir exactamente como ellos,
pero sí creo que salvaguardar sus principios primordiales de amor y
armonía con la Tierra.
Entonces
si estamos derribando uno de los pilares fundamentales de su
filosofía, en consecuencia ¿Qué será de nuestra felicidad?
Propuestas
de presente y de futuro
Por
un lado aquí se repite la propuesta de comer alimentos que sean lo
más locales posible, para que sean lo más frescos posible y así
reducir lo más que podamos la distancia entre quien recoge el
producto y lo consume, haciendo innecesarios de un plumazo muchos de
los productos químicos que se utilizan actualmente.
Por
otro lado, y mientras no tengamos esa relación mucho más directa
con los animales no humanos que comemos, una dieta vegetariana, de
camino a la vegana es sin duda la opción más sostenible y ética
posible.
Numerosos estudios científicos avalan, recomiendan y resaltan lo saludable queresulta adoptar estas dietas.
Por
último, hoy tenemos la opción cercana a la totalidad de productos
de alimentación que consumimos, de adquirir alimentos libres de
químicos por un lado y transgénicos del otro. Hablamos por supuesto
de los productos ecológicos.
En
cuanto a su precio, personalmente reduzco mi dificultad de elección
en estos tiempos de estrecheces económicas, considerándolos la
única opción posible de compra.
El
consumo de comida, sumidero de angustias y ansiedades
Este
tema es aún más delicado teniendo en cuenta todo lo anteriormente
expuesto. Básicamente se trata de que a much@s
nos da por comer compulsivamente por aplacar o eso nos parece, los
'demonios' que llevamos dentro. Aquí una vez más rescato las
palabras de Félix 'Los guaica, de constitución atlética, bien
proporcionada'.
No
es que comamos de forma desequilibrada es que vivimos de forma
desequilibrada. Lo que ocurre con nuestra alimentación es solo un
reflejo de nuestro estilo de vida.
Aunque
llevamos unos siglos, y especialmente en los últimos cien años,
intentando consolidar nuestras actuales costumbres, como la forma
'normal' que tiene el ser humano de pasar por este mundo, pesan
mucho, demasiado, 190.000 años de costumbres y evolución.
Consecuencia:
Nuestro continente físico y nuestra dotación psicológica se
resienten alimentados con un 'combustible diferente' y una
frecuencia diferente de la que necesitan.
En
los pueblos paleolíticos el aprovisionamiento de comida era una de
las tareas más importantes del día y su consumo uno de los momentos
más centrales de la jornada. No hemos podido sacudirnos esa importancia sin consecuencias.
El humano moderno roba tiempos a lo que antes era esencial, en una carrera loca hacia nadie sabe donde.
Propuestas
de presente y de futuro
¿Os suena slow food, el decrecimiento...? Afortunadamente mucha gente ya ha percibido estos desequilibrios y se ha puesto en marcha para corregirlos.
Se trata una vez más de volver a nuestros principios originales de vida, vuelta a una vida más sencilla, local, pausada, auténtica, plena y feliz.
Cuanto más sepamos sobre alimentación mejor, pero lo anterior será sin duda el aceite que engrase todos estos conocimientos y los haga funcionar.
LA COMIDA. Gran tema escogido en el BAD de este año.
Somos lo que comemos y lo que comemos nos define: culturalmente, geográficamente, personalmente y éticamente.
Como tantas veces en la vida, cabe hacerse la siguiente pregunta:
¿Quiénes queremos ser?
En función de nuestra respuesta debemos elegir, qué comer, a quien, de donde, cuando...
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